viernes, 18 de septiembre de 2015

ETAPA 1: MUNDO ORDINARIO Y TÚ COMO HEROÍNA O HÉROE

1. Realiza una breve descripción de ti como héroe o heroína, así como de tu mundo ordinario. El mundo ordinario es nuestra zona de confort, nuestra rutina, el espacio que nos brinda seguridad.

¿Quién soy yo?

¿Quién soy yo? Es el cuestionamiento que todas las personas nos hemos hecho alguna vez, pero somos pocos los seres que hemos encontrado una respuesta. Regularmente intentamos responder esta pregunta mencionando el nombre, profesión, edad, nacionalidad, lugar de nacimiento, gustos,… etc, cuando en realidad estamos describiendo nuestras cualidades principales o aspectos personales que tan solo son “membretes” que adornan nuestro verdadero “yo”. Para los expertos en la materia la contestación a ¿Quién soy yo? que expondré a continuación les puede resultar un tanto superficial, vacía, y puede que no decifre realmente ¿Quién soy yo?: “Soy María José Larrea, periodista, actualmente curso mi segunda carrera; Administración de Empresas, tengo 26 años, soy ecuatoriana, quiteña, pero viví doce años en Riobamba…..”, así podría responder esta pregunta, sin embargo, solo resulta una contestación vana y fácil que definitivamente no revela quien realmente soy. Únicamente podemos encontrar ese “yo real” cuando conocemos nuestro “yo interior”, y para ello, es importante aplicar un conjunto de pensamientos, comportamientos y disciplinas que nos permitirán descubrir ciertas actitudes y aptitudes que develan la propia condición humana y el amor hacia uno mismo. Santiago Gangotena, en su libro “El cuarto estado de la Mente: la meditación” basado en el pensamiento hinduista, señala que el ser humano vive con condicionamientos impuestos desde que está en el vientre de su madre, mismos que influyen de dos maneras: positivamente, pues crean una memoria que facilita el aprendizaje; el hacer o evitar hacer algo que fue previamente probado y de lo cual nos quedó una experiencia; asimismo puede afectar negativamente, pues este condicionamiento a actuar y pensar de cierta manera nos impide el autoconocimiento, y asegura que aquello es lo que limita la comprensión de “¿quién soy yo?”. En mi caso, no encuentro la respuesta ideal a esta pregunta. Puedo decir que soy una buena persona, poco relajada, desconfiada, trabajadora, introvertida… pero aún no tengo una contestación clara, pero confío en que este curso me ayude a experimentar a través de algunos métodos teorícos (el estudio del pensamiento asiático) y prácticos (meditaciones, relaciones, ejercicios) que guien para cumplir con el cometido principal que es liberar el alma y conocer verdaderamente “¿quién soy yo?”.